martes, mayo 03, 2005

POLÍTICA EXTERIOR CANADIENSE

Canadá tiene fama de ser un país que ayuda a mantener la paz y que se esfuerza con Naciones Unidas. Parece ser el "peacekeeping" por excelencia. Está buena fama y también sus diferencias con EE UU la han situado como un país simpático para gran parte del planeta.

Esta política exterior es el resultado de la crisis surgida tras la II Guerra Mundial. Canadá había sido un país estrictamente neutral en política exterior y muchos se preguntaron si no se podía haber hecho algo más para evitar la guerra. Pero, tras la II Guerra Mundial, Canadá se vio acorralada por EE UU y la URSS. Los canadienses no querían acercarse demasiado a sus vecinos estadounidenses, contra los que tienen miedo a ser absorbidos, y tampoco se podían acercar a los comunistas rusos. Un acercamiento al Reino Unido, que había sido su aliado en tantas otras ocasiones, ya no parecía posible por su pérdida de peso en el panorama internacional. Y Canadá se dio cuenta de que ya no podía caminar sola en las relaciones internacionales.

Por eso, los canadienses vieron la solución en otras organizaciones internacionales como la ONU , la OTAN o la Commonwealth. Canadá no podía mantenerse aislada y tenía que participar de la política internacional, pero no lo haría ni con EE UU ni con la URSS. Lo haría como adalid de la paz, las Naciones Unidas y el Tercer Mundo. Así, Canadá se convirtió en un país con un sitio en los asuntos del planeta y su participación en misiones de paz ha sido constante durante los últimos 30 años.

La realidad es que Canadá se encuentra acorralada políticamente. El país más cercano es EE UU, un socio muy peligroso y al que los canadienses tienen miedo desde sus primeros pasos como nación. Canadá siempre ha tenido presente el miedo a ser absorbido por la gran potencia, ya sea económica, cultural o políticamente. Su anterior amigo era el Reino Unido, pero su actual compañerismo con EE UU le convierten más en un caballo de Troya que en un aliado. Sin EE UU y sin el Reino Unido Canadá se encuentra un tanto vacía en su política exterior. Y su única solución es seguir avanzando en las instituciones internacionales.