LOS CONDONES SALVAN VIDAS
Las alfombras, las lámparas y las mesas del centro de operaciones de Mechai Viravaidya en Bangkok han sido fabricadas con preservativos de colores. Paredes y techos están revestidos en látex y la Mona Lisa que cuelga de la pared sujeta un condón entre sus manos. Al hombre a quien el Banco Mundial atribuye el mayor éxito en la historia de la lucha contra el sida le gusta explicar las utilidades de los preservativos inflando uno delante de sus invitados, guardando su teléfono móvil en el interior («evita que se moje en días de lluvia») y rompiendo después el aro inferior para convertirlo en un improvisado anillo de pedida. «El diamante solía ser el mejor amigo de la mujer. Ahora es el condón. Puede salvarle la vida».
Incluso los enemigos de este veterano parlamentario y senador tailandés admiten que si de algo sabe Mechai es de salvar vidas. Cuando llegó al Gobierno de Tailandia a principios de los años 90 para hacerse cargo de la lucha contra el sida se encontró con el país abocado a una epidemia de proporciones africanas y más de 300.000 infecciones al año. Una década después, cuando Naciones Unidas está a punto de celebrar el Día Internacional del Sida, Tailandia se ha convertido en ejemplo de foros internacionales, expertos y gobiernos de todo el mundo.
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