EL MUNDO A PEQUEÑA ESCALA
En Pekín es casi “visita obligatoria” pasar por el Mercado de la Seda. Lo primero de todo, conviene que su nombre no nos lleve engaño. El antiguo mercado callejero se ha convertido ahora en un centro comercial, con 6 o 7 plantas, escaleras mecánicas y aire acondicionado.
Este edificio es una versión a pequeña escala de la China como "fábrica del mundo": sus pasillos están llenos de alfombras, camisetas, pantalones, cámaras de fotos, mp3, playeros, gafas, relojes... Los productos chinos más demandados se encuentran aquí, en versión original y con el imprescindible regateo de por medio.
El Mercado de la Seda produce una sensación entre la locura absoluta y el realismo cartesiano. Por un lado, de repente, parece que todos los occidentales se han concentrado en el mismo lugar. Los chinos comienzan a hablar todos los idiomas imaginables, la cantidad de productos abruma tus ojos, los pasillos parecen interminables. A tu lado un noruego se compra un equipo entero de esquí por 100 euros; una estadounidense vuelve a casa con 15 pares de playeros; un francés se compra cuatro mp3 y dos cámaras de fotos.
Por otro lado, el surrealismo de la situación deja paso a un pensamiento más racional: la realidad de la economía no podía deparar otra cosa. Convertida en la fábrica del mundo y de la falsificación –¡para que luego digan que los chinos se preocupan por la propiedad intelectual!- el Mercado de la Seda es el ejemplo perfecto de cómo funciona el mundo. Productos baratos producidos en China que son consumidos ávidamente por los occidentales.
Links:
La vida es bella - El mercado de la seda, Silk Market
Este edificio es una versión a pequeña escala de la China como "fábrica del mundo": sus pasillos están llenos de alfombras, camisetas, pantalones, cámaras de fotos, mp3, playeros, gafas, relojes... Los productos chinos más demandados se encuentran aquí, en versión original y con el imprescindible regateo de por medio.
El Mercado de la Seda produce una sensación entre la locura absoluta y el realismo cartesiano. Por un lado, de repente, parece que todos los occidentales se han concentrado en el mismo lugar. Los chinos comienzan a hablar todos los idiomas imaginables, la cantidad de productos abruma tus ojos, los pasillos parecen interminables. A tu lado un noruego se compra un equipo entero de esquí por 100 euros; una estadounidense vuelve a casa con 15 pares de playeros; un francés se compra cuatro mp3 y dos cámaras de fotos.
Por otro lado, el surrealismo de la situación deja paso a un pensamiento más racional: la realidad de la economía no podía deparar otra cosa. Convertida en la fábrica del mundo y de la falsificación –¡para que luego digan que los chinos se preocupan por la propiedad intelectual!- el Mercado de la Seda es el ejemplo perfecto de cómo funciona el mundo. Productos baratos producidos en China que son consumidos ávidamente por los occidentales.
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La vida es bella - El mercado de la seda, Silk Market
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