PERDER PESO EN EL MC DONALD´S
Les Sayer, un profesor de Biología de Edmonton, Canadá, estaba hablando en su clase de la objetividad. Durante la discusión, uno de sus estudiantes puso como ejemplo de objetividad el documental Super Size Me, reciente candidata a los Oscars. Se trata de una película en la que su director, Morgan Spurlock, se pasó comiendo en el McDonald´s un mes y "demostró" los malos efectos de sus hamburguesas: subida de peso y de la presión sanguínea.
El profesor Sayer respondió que eso no era objetividad, que este documental era claramente imparcial y que estaba manipulado. Así que el alumno, ni corto ni perezoso, le hizo una apuesta: "¡a que no lo demuestra!"
Y el profesor no se lo pensó ni un momento. Aceptó la apuesta y se pasó treinta días comiendo en el McDonalds, aunque también combinado con una hora de ejercicio. Conclusión: perdió 8 kilos de peso y bajó su presión sanguínea.
Apuesta ganada.
Sólo me quedan un par de reflexiones. Primero, cualquier persona que coma durante treinta días la misma comida tiene que estar chiflada, ya sea fabada, butifarra, patatas fritas o arroz con leche. No puede ser bueno comer durante tanto tiempo las mismas cosas, de tal forma que nunca me creí mucho el documental Super Size Me.
Segunda reflexión: viva los cojones del profesor... Eso sí que son dotes pedagógicas.
El profesor Sayer respondió que eso no era objetividad, que este documental era claramente imparcial y que estaba manipulado. Así que el alumno, ni corto ni perezoso, le hizo una apuesta: "¡a que no lo demuestra!"
Y el profesor no se lo pensó ni un momento. Aceptó la apuesta y se pasó treinta días comiendo en el McDonalds, aunque también combinado con una hora de ejercicio. Conclusión: perdió 8 kilos de peso y bajó su presión sanguínea.
Apuesta ganada.
Sólo me quedan un par de reflexiones. Primero, cualquier persona que coma durante treinta días la misma comida tiene que estar chiflada, ya sea fabada, butifarra, patatas fritas o arroz con leche. No puede ser bueno comer durante tanto tiempo las mismas cosas, de tal forma que nunca me creí mucho el documental Super Size Me.
Segunda reflexión: viva los cojones del profesor... Eso sí que son dotes pedagógicas.
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