lunes, septiembre 17, 2007

PERDIDOS EN CHINA I

[Comienza una serie que desde mi primera visita a China ha ido tomando forma en mi cabeza. Es la de aquellos extranjeros que, por unas razones o por otras, se han quedado “atrapados” en este país y llevan varios viviendo en China]

Pablo Luis: “Llegué a China hace 6 años de casualidad"

Me dice que se llama Pablo Luis. Le comento que no es un buen nombre en España, que tal vez debería decidirse entre Pablo y Luis: “Si vas a España pensarán que sales de un culebrón”. Su camisa de flores estilo hawaiano y su pelo rapado al cero parecen esconder su nacionalidad. Dice que es francés, aunque la cantidad de años que ha pasado en el extranjero parecen haberle hecho sobrepasar el concepto de “nacionalidad”.

Tiene unos cincuenta años que se reflejan en las marcas de su cara (mitad arrugas, mitad heridas de guerras) y esa especie de “sabiduría universal” que envuelve a todos aquellos que llevan años dando vueltas por el mundo. Ha trabajado de periodista, organizado academias de idiomas, trabajado para la embajada francesa, vivido en Inglaterra, Líbano, España, América Latina… Llegó a China para desconectar porque estaba quemado de su trabajo en Europa; y ya lleva 6 años. “Este país te atrapa”, me dice con una carcajada muy peculiar, primero contagiosa y después aterradora, como la sonrisa de Frankenstein.




China parece convertirse en una red que atrapa a todas aquellas arañas que revolotean por el mundo sin rumbo fijo. A Pablo Luis le gustan las sorpresas de cada día, le fascina una ciudad como Beijing, gigante y apabullante, pero a la vez le gusta la sencillez de sus gentes y los ejercicios de Tai-Chi en los parques. “No hay ningún país como este. Llegué a China de casualidad. Ya no sé si algún día volveré a Europa”.

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