COMUNICAR ES EDUCAR
Margarite Rivière lo deja muy claro en El malentendido: "los medios de comunicación son educación. Hay que decirlo con claridad". La televisión lanza mensajes, formas de pensar y actitudes que llegan a millones de ciudadanos todos los días. Niños y jóvenes pasan casi tanto tiempo frente a la televisión como en clase, y es por eso que su responsabilidad en la sociedad es tan importante.
Rivière compara la televisión con el nuevo catedrático de la familia: "La televisión se ha convertido ya en el miembro más importante de la familia, en el más influyente y en el que reúne en torno suyo a todos los demás. La televisión deviene no sólo en un miembro de la familia o en un amigo para cualquier soledad, sino en un `catedrático´ todo terreno, activo a cualquier hora del día".
Sin embargo, este aumento de la fuerza de los medios de comunicación no se ha visto acompañado por un aumento de las responsabilidades periodísticas. Los medios de comunicación parecen haberse olvidado de su función educadora. Los periodistas somos también, en cierta medida, profesores.
Estas reflexiones vienen a cuento de las declaraciones de Emilio Lledó a La Vanguardia, donde dice algunas cositas como esta:
La televisión es una corruptora de neuronas. El bien, la justicia, parecen un sueño utópico; en el momento en que desaparezcan quedará el imperio de la dentellada y de la metralleta. Me parece demencial que la televisión pueda trivializar las imágenes del horror aunque sea en directo. Se difunde la cultura del morbo, del cotilleo, y una cosa es entretener y otra degenerar.
Rivière compara la televisión con el nuevo catedrático de la familia: "La televisión se ha convertido ya en el miembro más importante de la familia, en el más influyente y en el que reúne en torno suyo a todos los demás. La televisión deviene no sólo en un miembro de la familia o en un amigo para cualquier soledad, sino en un `catedrático´ todo terreno, activo a cualquier hora del día".
Sin embargo, este aumento de la fuerza de los medios de comunicación no se ha visto acompañado por un aumento de las responsabilidades periodísticas. Los medios de comunicación parecen haberse olvidado de su función educadora. Los periodistas somos también, en cierta medida, profesores.
Estas reflexiones vienen a cuento de las declaraciones de Emilio Lledó a La Vanguardia, donde dice algunas cositas como esta:
La televisión es una corruptora de neuronas. El bien, la justicia, parecen un sueño utópico; en el momento en que desaparezcan quedará el imperio de la dentellada y de la metralleta. Me parece demencial que la televisión pueda trivializar las imágenes del horror aunque sea en directo. Se difunde la cultura del morbo, del cotilleo, y una cosa es entretener y otra degenerar.
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